Mauro Clausen: Entre la docencia y los vientos
Este cicloturista y docente oriundo de una zona rural cercana a Mar del Plata, nos cuenta detalles de su vida viajera.
¿Como surgió la idea de hacer viajes en bici ?
Creo que todo empezó hace muchos años cuando era un niño. Siempre que me preguntaban que quería hacer cuando fuera grande y respondía “un viaje en bicicleta”. Bueno, empecé con uno solo… y luego dos, y tres… y ya llevo siete viajes por nuestra hermosa geografía argentina. Todo ese periplo suma más de 22.000 kilómetros. Una locura de la cual estoy profundamente orgulloso.
¿Qué lugares recorriste?
Si bien tengo un cálculo hecho de la cantidad de kilómetros recorridos, no tengo una idea certera de la cantidad de lugares exactos que he visitado. ¡¡Fueron tantos…!!! Pero sí puedo decirte que estimo haber pedaleado el 70 u 80 por ciento de nuestro país. Exceptuando las provincias litoraleñas y Formosa he estado en todas las demás provincias nacionales.



¿Cómo vas planeando el recorrido?
No tengo una planificación muy exacta. Primero establezco hasta donde quiero llegar. Luego ya con mi objetivo bien claro voy improvisando: hablo con la gente en la ruta, con los playeros de las estaciones de servicio, con los camioneros. Gente muy baqueana en caminos. Simplemente llevo mapa y voy improvisando día a día. Yo soy docente en colegios secundarios y me gusta mucho la etimología (la rama de la lingüística que estudia el origen de las palabras). Cierta vez se me ocurrió buscar la etimología del término “aventura” y encontré que significa “donde me lleven los vientos”. Creo no hace falta agregar nada más al respecto.
¿Abandonaste estudios y trabajo alguna vez para lanzarte a la aventura?
¡Por supuesto…!!! No hay nada más emocionante ni que mueva tanto la adrenalina como patear el tablero una vez cada tanto. No me atrae esta falsa seguridad del mundo moderno que te lava la cabeza con el discurso burgués de “trabajá, comprate el auto, la casa y los fines de semana andate de shopping con tu familia y que tus hijos coman hamburguesas de plástico en un local de comidas rápidas”. ¡Ese mensaje me parece una soberana bosta…!!! Pero voy a tu pregunta: sí, efectivamente en el año 2013 renuncié a todos mis trabajos en las escuelas. Me tomé un año y medio sabático y recorrí desde mi Mar del Plata y llegué hasta Ushuaia, y desde allí hasta La Quiaca para luego volver a Mar del Plata. Insisto: al diablo con la pseudo seguridad y comodidad del mundo moderno. Pura improvisación: dormía donde podía, comía donde podía, conocí chicas y gente muy buena. No me arrepiento en absoluto y lo volvería a hacer.
¿Cuánto tiempo te lleva de preparación?
No me lleva preparación porque soy ciclista rutinario: voy y vengo todos los días desde mi casa hasta las escuelas. Vivo en una zona rural muy alejada del centro de Mar del Plata. Pedaleo unos 60 kilómetros diariamente. Ese es mi entrenamiento.

¿Siempre practicaste deporte?
No, de hecho nunca tuve habilidad para los deportes. Sobre todo para los deportes de equipo… ¡¡era muy malo…!!! En toda mi etapa de niñez y adolescencia fui más bien un ratón de biblioteca: me la pasaba leyendo y estudiando. Cero deporte. Siendo niño practiqué karate y judo pero no porque me gustaran: mis padres me mandaban de prepo. Como vos sabés cuando uno es chico no elige todo lo que quiere, los padres deciden sobre la vida de uno tal vez pensando “esto es bueno para mi hijo, quiero que haga algún deporte”. ¡Pero a mi no me gustaba…!!! Yo me sentía como Lisa Simpson en ese capítulo en que la profesora de gimnasia la humilla porque no le gusta jugar a la pelota: Lisa, una nena con un perfil cien por ciento intelectual obligada a hacer una actividad física. Todavía hoy de grande – y ahora que soy docente – me pregunto porqué la educación tiene esa cosa impositiva: “aunque no te guste, lo tenés que hacer”. Cuando iba al secundario tuve un profe de educación física que nos enseñaba básquet. Yo era un queso en ese deporte, pero el profe insistía con que yo tenía que embocar ocho tiros libres en el aro sobre un total de diez. Me costaba horrores. Practiqué y practiqué hasta que lo logré… pero ahora me pregunto: ¿Por qué me querían sacar Manu Ginóbili si yo de pibe era más bien un Jorge Luís Borges?
Y bueno, ya de grande y con casi cuarenta años de edad me largué POR PROPIA VOLUNTAD a hacer este tipo de travesías locas. Por supuesto que sigo leyendo y me gusta cultivar la mente. MENS SANA IN CÓRPORE SANO, reza un viejo aforismo en latín.
¿En qué lugares vas parando?
Donde puedo, donde pinta, donde cae la noche. He dormido en lugares tan insólitos como zanjones al costado de la ruta, calabozos de comisarías de pueblos, cuarteles de bomberos (unos capos los bomberos, ¡¡gracias por todo…!!!), casas particulares, plazas de ciudades chicas (General Roca, provincia de Río Negro, tirado en la plaza principal de la ciudad). Cuando me tomé el año sabático pasé por Punta Arenas (Chile). Se me hizo de noche y como es una ciudad grande tenía que buscar un lugar seguro para pernoctar: terminé en el asilo para indigentes, allá lo financia la iglesia chilena. Tiré un colchón en el suelo y traté de dormir (no pude) escuchando eructos y flatulencias de los borrachos vagabundos que por allí pasaban. Hasta me dejaron ducharme: me acuerdo que el shampoo que me dieron tenía piojicida, seguramente pensado para los pobres tipos que vienen de la calle. Gracias a todos por tanto: gracias por recibirme, gracias por dejarme conocer mi país de esta forma tan bohemia y excitante. Gracias por esta escuela de vida que es la cicloaventura.