Sueños de Ruta
¿Hola cómo están?
Somos Lau y Facu de Sueños de Ruta. Estamos viajando en bici, salimos de Ushuaia y vamos a llegar a La Quiaca. Ahora estamos en la Ciudad de Salta y ya queda poco para llegar. Pasamos dos veces a Chile, la Carretera Austral, recorrimos la costa del Pacífico, y volvimos por el Paso Los Libertadores que sale a Mendoza. Les compartimos nuestra experiencia en ese Paso, más que nada las emociones, algo que escribí yo (Lau).
Cruzar Los Andes en bici (Paso Los Libertadores – De Chile a Argentina)
Decidir hacer este paso cordillereano fue un desafío personal, sentíamos que lograrlo nos iba a hacer muy felices. Fue un reto, una prueba de que todo lo que uno se propone lo puede conseguir. Mi infancia la pase en un club donde todos hacían algún deporte, menos yo, a mi me decían ojota (no sirven para ningún deporte). Me gustaban otras cosas: actuar, bailar, hablar con la gente, presenciar reuniones de adultos. Intenté muchos deportes (hockey, tenis, voley, golf, equitación, fútbol, handball y otros que ni me acuerdo los nombres) pero en ninguno tuve éxito, porque simplemente no me gustaban. En el gimnasio nunca dure mas de 3 semanas, ir a correr era un aburrimiento total, lo único con lo que me enganché fue con danza jazz y yoga.
Cuando Facu me propuso viajar en bici, en ningún momento reparé en mi condición física. Nunca me entrené antes del viaje, simplemente salí. Seguramente que me costó y me sigue costando más que otros.
Acá la idea no es rendir más, es viajar, es vivir experiencias, es sorprenderme.
Sabía que si lograba hacer el paso fronterizo Los Libertadores (3.200 metros de altura), uno de los pasos más altos que conectan Chile y Argentina, iba a ser una gran sorpresa que iba a quedar para siempre grabado en mi memoria. Así que me mentalicé y allá fui.
Fueron 3 días de tantas emociones juntas que lo último que se me vino a la cabeza fue el esfuerzo físico. Disfrute a pleno cada momento, cada kilómetro, cada subida, cada palabra de aliento desde las ventanillas de los autos, cada mirada de “¡ufff estas loca!” Y lo logré. Lo logré porque quería lograrlo, lo logré porque ese fue mi deseo. Tengo 32 años, nunca hice deporte, soy vegana, lo cual para muchos podría significar falta de fuerzas, y lo logré. Fuí feliz, lloré y confirmé eso que a veces pienso: solemos ponernos etiquetas y con ellas vivimos toda la vida, creyendo que somos de una manera, que hay cosas que nosotros no podemos hacer, sólo porque alguna vez nos pegamos esa etiqueta en la frente. Cada uno es quién quiere ser y hace lo que quiere hacer. Desafiémonos, intentemos hacer eso que pensábamos que no podíamos, seguramente podamos y quizás sea eso lo que nos guste hacer. Probemos, experimentemos, superemos los miedos y saquémonos esas etiquetas que nos vamos poniendo a lo largo de la vida, esas mochilas que lo único que hacen es destrozarnos las espaldas, porque no hay nada más horrible que andar por la vida con dolor de espaldas.
Yo puedo ser una ojota, una pantufla, una zapatilla con aire, una zapatilla que corre sola, puedo ser todo eso si quiero y cuando quiero.
¡Y si! Crucé los Andes por el paso Los Libertadores, de Chile a Argentina, en bicicleta, con Facu y acá se los cuento.
Relato y fotografías: Sueños de Ruta