Una española en el norte argentino
Relatos de una madrileña cicloviajera, por Matilde De La Vara Olmeda (Ciclomundomati)
7 de septiembre-7 de diciembre de 2013
Lo de ir sola, realmente no estaba programado, tenia previsto al principio salir con dos personas mas, que conocí a través de las redes sociales, y por ser incompatibles, (me reservo de no comentar mas las razones, por educación), así que me fui solita.
Rumbo a Buenos Aires
Prepare una caja de cartón y metí la bici adentro, y con un amigo, pude llegar al aeropuerto para volar hacia Buenos Aires. Llegue al fin a Buenos Aires, bajo lluvia intensa, tome un vehículo especial, ya que esta prohibido usar la vía de la autopista en bici, esa misma tarde fui a patear por los alrededores, lloviendo, y lloviendo, me pareció bastante triste ese día, calles desiertas, el hostal estaba situado entre San Telmo y Constitución, (a penas llegada ya me había avisado la señora del hostal, que debía tener mucho cuidado por los atracos de la zona).
Al día siguente, cuando abrí la caja de la bici, ¡sorpresa!!! vi que al plato grande del pedalier le faltaban varios dientes, y me mosqueé, observe que la caja tenia varios agujeros, golpes por abajo, seguro que debía ser por haberla tirado bestialmente.
Así que como no conocía a nadie en Buenos aires, pude llamar a Andrés Ruggeri, (que conocí a través del facebook), un cicloviajero, que dio la vuelta al mundo con su mujer en tandem, ¡un crack!!, nos fuimos a tomar un café, y después tuvo la amabilidad de ir a ver mi bici. Empezó a auscultar tal como un médico y dio enseguida con los elementos afectados, me dio varias direcciones de tiendas de bicicletas, así que tome nota y me fui con la bici a una de esas, allí me dijeron que no tenían la marca de Shimano, y debían mejor cambiar todo el pedalier entero, buffffffffff, me pedían 300 euros….al final le deje la bici, pero solo para que me cambien los radios y punto. Volví a llamar a Andrés y a otro contacto, (que me dio una amiga de la bicicritica), me avisaron que ellos me podrían conseguir la pieza y después ellos se encargaban de la mano de obra (gratis). Así que al día siguente recupere la bici, quede con Andrés, que me conseguiría la piezas Shimano, por unos 40 euros, ¡bingoooo!!!, Andrés me coloco la pieza !!!! y ya estaba lista para poder empezar el camino!!!! Me quede una semana, y después me fui a Rosario en micro, ya que es bastante caótico salir de esta inmensa ciudad.
En Rosario
Allí en Rosario me esperaba Marcelo Alvarez, ya que me invito a quedarme en su estudio para mi solita, ¡justo al lado de la estación de buses!!!!, tuvo la amabilidad de diseñar mas o menos la ruta de mi camino, y tuve la suerte de conocer tambien a Marcelo Lezcano, (empezara con un compañero suyo en hacer la vuelta al mundo en bicicleta con filmaciones de un sistema de mini avioneta), me invito a cenar y quedarme una noche en su casa, ya que vivía bastante lejos del lugar donde me hospedaba. Así que me quede otra semanita mas en Rosario, tome notas de las informaciones que amable me dio Marcelo Alvarez. De allí, me tome otro micro en dirección al fin a Tilcara.
En Tilcara
Cuando llegue a Tilcara, sobre las 10 de la mañana, ya estaban los rayos del sol esperándome para darme la bienvenida, me sorprendí en ser la única en bajar del bus, parecía un lugar un poco deshabitado. Estaba doblada en dos, debido a las 17 horas metida en el bus, (allí los llaman micros). Al echar pie en tierra recupere mis trastos con la bici, cuando mire a mi alrededor solo vi 4 personas sentadas mirando el tiempo pasar y de repente se me acercó una mujer sujetando mi bici, con una sonrisa angelical, me pregunto como me llamaba y que hacia yo allí con la bici, le dije que quería conocer los alrededores, y emprender una pequeña aventura. Además me pregunto si estaba sola, y de que país era. Se quedo sorprendida cuando la dije que iba sola; mientras montaba las alforjas de la bici, seguimos conversando, pero de repente cuando quise mover la bici, sentí que algo no iba bien, era la cadena, y al echar un vistazo rápido me di cuenta que el desviador estaba totalmente torcido, por lógica era debido a que los porteadores del bus la colocaron de mala forma en la bodega. ¡Demonios!!!! Tuve que volver a desmontar los trastos (pertenencias) e intentar al menos que la cadena pueda rodar. La gentil mujer seguía allí sujetando la bici y siguió preguntandome cosas. Ella me dijo que trabajaba en la estación, y si necesitaba ayuda podía ir a verla cuando quisiera, era un placer saber que existen mujeres que puedan viajar solas y en bici, ella también tiene una bici, pero no se atreve en salir del pueblo y viajar en solitario. Me despedí amablemente y me fui hacia el centro del pueblo empujando mi bici como pude para poder encontrar un lugar donde ducharme y reposar. Mientras me dirigía a la plaza del pueblo, empecé a cruzarme con bastantes guiris (extranjeros) armados de mochilas, con aspectos desaliñados, mas bien jóvenes. El sol seguia pegando bien fuerte, atravesé algunas casetas de comidas caseras con olor a empanadas, y panecillos y justo al lado un hostal !!! pero cuando entre me avisaron que estaba completo, asi que volví a patear con mi la bici, y al fin, encontre otro hostal, donde sin pensar dos veces acepte y entre!!! El dueño era de origen indigena (inca creo yo), muy amable me dejo pasar sin problema con la bici, que deje justo al lado de mi habitación. De pronto apareció de repente un juguetón perro, del que me hice amiga.
Al día siguiente fui a dar una vuelta por el pueblo, la población debe su nombre a la antigua etnia de los omaguaca. Su trazado urbano y varios de sus edificios datan de la época de la colonia. Hay una gran cantidad de artesanos, tanto naturales del lugar como provenientes de otras partes del país. Se encuentra a 2.465 metros sobre el nivel del mar y a la vera del Río Grande, a escasos metros de la Ruta Nacional 9. Su plaza principal que se llama Coronel Manuel Álvarez Prado es el centro de reunión de todo el pueblo, así también es un paseo permanente donde artesanos locales y de toda la Quebrada de Humahuaca ofrecen a los visitantes una extensa variedad de productos y recuerdos.
La gente se sorprendía de verme viajar sola y fue muy amable aconsejandome caminos y lugares
De Ticara a Iruya
Encontré en una tienda lo que estaba buscando desde mi llegada, ¡una bandera Wiphala!!! pequeñita como a mi me gustan!!! para poder colocarla detrás de la bici, y la llevare siempre durante el camino, tierra llena de amor y de luchas! Empecé a tener un leve dolor de cabeza, me habían avisado que podria ser el mal de altura, así que por precaución me compre una bolsita de hojas de coca, (que al final no me tome, y la guarde como recuerdo). Al principio no supe masticarla correctamente, no se debe masticar con los dientes!!!, sólo se debe hacer una bolita dentro de la boca, y tragar la saliva que sale de ella. Lindo pueblo sereno Tilcara, con gente sencilla y amable, me gustan sus miradas, con sus niños llenos de energía y vitalidad. Al final me tuve que ir en una tienda de bicicletas, para que me puedieran arreglar el desviador, encontré a Sabino Cabana, dueño de la única tienda del pueblo, que muy amablemente me arreglo la bici sin querer cobrarme nada, insistí y le di al menos la voluntad. El dueño del hostal me aconsejó de visitar Iruya, que esta a 115 km del pueblo, al pueblo lo llaman también “Colgado en la montaña”, con mas de 250 años de tradición, así que me tome un bus y allá me fui, no me aconsejaron llevar la bici, por la dificultad del terreno y el calor, los ríos estaban casi secos, ¡parecía que estábamos en la luna!!!. Me avisaron que tenia que tener mucho cuidado con el Zonda, un viento que despierta sobre mediodía, y arrasa con todo lo que pilla. El trayecto era bastante complicado, el bus repleto de turistas con sus cámaras de fotos de última generación y con sus aplausos expresaban admiración contemplando inmensas llanuras. Al llegar a Iruya , me pareció digno de admiración, por su conservación y su población tan alegre y valiente por vivir allí. Nos avisaron que sólo teníamos dos horas antes de partir para visitar el pueblo, entonces me mezcle con los lugareños sin pensarlo dos veces, pasear por su mercado y las tiendas artesanales.
Al final me senté a la sombra, junto a unos niños con sus padres, disfrutando del tiempo, escuchando su dialecto, y después fui a comer en el sitio mas común del lugar, (mientras la mayoría de los turistas iban a un restaurante). Comí unas papas con tomate, acompañada de una salsita y me quede observando a una familia comiendo felizmente justo enfrente de mi.
Hice un paseo y observé que el pueblo esta dividido en dos partes por un puente colgante. Cuando llegue del otro lado, había una cabra y un corderito bien lindos, mirandome fijamente, me acerque a ellos y le di los pedazos de pan que me había guardado, hice como una ofrenda por la gratitud del pueblo. En un momento llego el viento Zonda, ¡parecía un terremoto por el balanceo !!!que mareo!!! Volví al bus que casi pierdo, para regresar y preparar mis alforjas ya que el día siguente, me tenia que ir, era mi ultima noche, que coincidía con la fiesta del pueblo, no quería perdermela, al menos para tomarme la penúltima cerveza en Tilcara!!!
De Tilcara a Purmamarca-Yala-El Carmen
Cinco grados por la mañana, sin tener mucha idea de la carretera ni el modo en que circulan los vehículos, lo único que sabía, era sobre el Zonda y para evitarlo sólo tenía la mañana, mas bien antes del medio día para dar pedales. Además de eso sabía que siempre tendría el viento en contra, vaya animo, ¿no? Así que me despedí con las ultimas galletas de chocolate de Tilcara, que le di a mi amigo el perro. Rara me sentí al partir del lugar, sabiendo que no volveria mas, me dio tristeza y nostalgia. Mientras colocaba mis trastos (pertenencias) a la bici, el dueño no me quitaba la mirada, y luego me aconsejó un hostal de un amigo en Purmamarca donde me podrían hacer un descuento, ya que lo estaban arreglando por obras. Bien desierto estaba el paisaje, y el viento bien jodido también. Cruce algunos pueblos bastante pequeños y casi despoblados, y después de unos 30 km entre en Purmamarca, pequeño poblado rodeado de cerros multicolores , lo llaman tambien: “El pueblo de tierra virgen”. Cuando llegue para hospedarme el dueño tenia 2 perros bulldogs, un poco locos, eran jóvenes y sólo querian que les tire la pelota por el aire. Habiendo finalizado mi estadía en Purmamarca di una vuelta para comprar unos chuches (golosinas) y agua para la ruta, me dirigí hacia Yala, a unos 50 km donde llegue a un camping. El frio y las lloviznas seguían molestando mis articulaciones, por lo que me metí dentro de una de esas casetas con calefacción y me quede tranquila un día mas. Por la tarde fui al restaurante del camping para tomar un capuchino y mirar los últimos mensajes en mi tablet. Mirando el plano decidí ir a El Carmen, a unos 50 km más al sur para ver que pinta podía tener el lugar.
Al entrar a El Carmen me cruce con dos ciclistas circulando mas bien por fuera de la carretera por temor a los vehículos, al saludarles se quedaron mirando un poco sorprendidos. El pueblo parecía poco animado, llegué a la plaza principal y me pare para contemplar a los niños jugando con perros. Un hombre que salió de su coche empezó a preguntarme de donde venia y hacia donde iba, me comentó que a él también le gusta la bici y tiene sueño irse con ella a Alaska, también me comentó que el pueblo es de pescadores y agricultores. Me di otra vuelta al pueblo para comprar una cerveza y cuando estaba conversando con la dueña del establecimiento me ofreció un hospedaje, asi que visite la habitación, y me quedé dos días mas. Me gustó bastante el pueblo, es muy sereno, con su población simpática y sus caballos de porte noble, allí sentí que existe armonía con la naturaleza.
De El Carmen a Salta
Cielo despejado, ¡avanti!!! Me aconsejaron de salir hacia el camino de cornisa, entre El Camen y Salta. Así que me prepare un súper bocata (sandwich-sánguche) de tomates, quesito y cebolla, bien cargarda de agua, salté de la cama a la bici, y tome la Ruta Nacional 9. Una ruta angosta, un majestuoso paisaje verde intenso, selva húmeda y no tan espinosa como figuraba al principio, de unos 500 mts de desnivel, y algunos obreros trabajando en la carretera saludandome, ¡muchas curvas, lo mejor es la bajada!!!! Disfrute mucho, la ruta era bien tranquila, y era fin de semana ¿que mas puedo pedir? Una mujer ya empezó a decirme que una mujer sola era para ella peligroso, y después me felicitó por ser tan valiente, bueno ¡para mi no era tanto! Atravesé la Reserva Natural Provincial de la Quebrada de la Conchas, al final me despiste siguiendo el gps, y me metí directamente en la autopista rumbo a Salta. Me moleste un poco por no ver indicadores que me digan que estaba entrando realmente a Salta, solo decían «El centro», sin más, y como no podía pararme para preguntar a los coches y camiones por la velocidad a la que iban, me dirigí hacia ese «tal centro». La ruta era pesada, y hacia mucho calor, cruce un pequeño pueblo y entre en la contaminación acústica de la ciudad. Al llegar y buscar un hostal, la suerte me acompaño: ¡Encontré una habitación de matrimonio y pude entrar mi bici!!!
Salí de Salta con ganas de olvidarme de la ciudad, no me fue fácil, bastante nerviosismo me causo estar entre taxis y buses, tuve que armarme de mucha paciencia, y al fin pude alejarme y relajarme. Llegué al pueblo de Coronel Moldes, después de 64 km y pude comprobar como la fuerza del viento y la velocidad de unos tantos conductores buses de dos pisos inconscientes e imprudentes te pueden hacer jugar una mala pasada. Casi me tiran de la bici, volaron mis gafas de sol y el gorro por los aires.
Al fin llegue a un pueblo donde encontré la tranquilidad, con un entorno rodeado de lagos, lugar de pescadores y gauchos bien simpáticos. Volví al día siguente a la carretera, después de 33 km, entre a Talapampa, y me paro un amable artesano, hablamos dos horas bajo un sol ardiente y me ofreció poder acampar en su terreno, pero como tenia mas ganas de pedalear, me quede en un hospedaje situado un poco mas arriba.
Atravesé este lugar tan lindo, me encontré totalmente sola entre el monte y ríos, y llegue a la conocida como la «Garganta del diablo». Después de 94 km me dio la bienvenida Cafayate, lugar bien lindo, tranquilo a pesar de su atracción turística, y por su baja temporada de turismo encontré un hostal barato y la bici nuevamente ¡durmiendo junto a mi!!! Me quede dos días mas en Cafayate rodeada de racimos de uvas, y algunos toneles de vinos, que poco a poco desaparecian del camino. Así terminaron mis aventuras por el norte argentino para dirigirme a otras provincias como Catamarca y San Juan, pero eso lo dejare para otro relato.
Fotografías: Ciclomundomati
Más información: Ciclomundomati