Relato: Viaje por los Castillos del Río Loira
Por Carlos Fadrique, Valencia (España)
Después de todos nuestros viajes en bici por Francia, el siguiente de forma lógica era el de los Castillos del Loira. Esta ruta se puede considerar una de las mejores en esto del cicloturismo, y lo tiene todo. Toda llana, perfecta señalización, linea de tren cerquita, patrimonio y una barbaridad de pueblos donde buscarte la vida. La ruta completa son 650 km y va desde Nevers hasta el Oceáno Atlántico y sigue un rio salvaje no por lo bravo, sino porque no está manipulado por presas ni embalses. Mi hijo (13 años) y yo decidimos salir de Nantes y llegar hasta Orleans pedaleando con unos 400 km largos por delante, esta tercera semana de Julio de 2015.
Pese a mis dudas por lo lejos que tenemos esta ruta (mas de 1200 km), el consejo del experimentado Vicent me animó. Los sueños estan para perseguirlos pese a que hayan barreras que superar. A diferencia de otros viajes apenas lo preparé. Me compré la guia de bicimap que te propone unas etapas que nos sirvieron de orientación, y ofrece mucha info en sus mapas. De esa manera se puede improvisar sobre la marcha para estirar o acortar una jornada, estas fueron nuestras etapas. Es verdad que sobre el terreno está muy bien señalizada la ruta, pero la guia me ha venido muy bien para saber que ver, donde comprar, dormir o que atajo tomar. La pobre volvió a casa desgastada pero muy bien amortizada. Aquí puedes comprar la guia Castillos del Loira a un precio imbatible.
Decidimos hacerla contra corriente porque el viento suele pegar duro y de esa forma lo llevariamos a favor. Es cierto que no dura todo el día, y en algunos caminos no se nota, pero me alegro de esta decisión. La gran mayoria de gente la hacia en sentido contrario, algo que no entiendo.
Empezamos el viaje en el camping Belle Riviere a 10 km de Nantes, pero a 2 metros de la ruta de los Castillos del Loira. Allí podiamos dejar el coche a muy buen precio. Toda la noche llovió y por la mañana lloviznaba, fue el principio de toda una semana con todo tipo de elementos meteorologicos. Tras las primeras pedaleadas pronto nos vimos rodando junto al rio Loira. Ancho, con muchas islas y bancos de arena se notaba que estaba bajo de caudal. Aun así en mi cabeza estaba la posibilidad de hacerlo en kayak algún dia. El camino se separó por momentos del rio pasando entre campos con bichos que nos parabamos a tocar si podiamos. Otras veces el camino iba sobre un talud que se ha ido construyendo durante años para controlar sus crecidas. Por uno de estos llegamos a Montjean sur Loire, donde el vendaval daba duro y también circulaban coches. Y es que salvo cuando vas por las orillas, vas a encontrar algún coche, que te respetan pero corren. Es por ello que es recomendable ponerse chalecos de alta visibilidad porque el sol luce de a ratos. En el camping la Promenade nos quedamos y comprobé que no pude retirar dinero con la tarjeta bancaria. Tuve que llamar a casa para que me mandasen dinerito porque no tengo habilidades para sacar cash en la calle con una pandereta.
El segundo día empezó en la oficina de La Poste recogiendo el dinero para continuar el viaje, y no tener que regresar a casa. Ya con la tranquilidad de tener financiación pasamos como todos los dias por la boulangerie local (panadería) para provisionarnos de croissants (alucinantes) y pastas varias que nos servian hasta la hora de comer. Por lo visto en las horas anteriores, decidimos que ibamos a comer y cenar de algo de super o epicerie (tienda de comidas). En esta parte de Francia todo lo cierran sobre las 19:30 y los campings son justitos, con lo que me agobiaba de no encontrar nada abierto para cenar. La mayoria de pueblos son pequeños y tienen colocada la zona comercial asi como muy rara, por lo que es mejor, consultar el mapa de cada población. Esta jornada no tuvo mucha historia, y fue entre caminos sin encanto. Decir que por acortar evitamos cruzar la ciudad de Angers y no divisamos castillo alguno. Dormimos en el albergue la Boussiniere en el pueblo de Gennes.
La tercera jornada cargamos comida en el hiper de Gennes y pasamos por la preciosa Torre de Treves. Luego llegamos a la ciudad de Saumur, muy bonita aunque la entrada en bicicleta no estaba muy clara. Nos desviamos para subir al castillo por una rampa dura para nosotros pero las vistas merecieron la pena. No entramos en el castillo, y es que en nuestras prioridades no estaba visitarlo todo. Nos perdimos un poco para volver al río y evitar la variante por las colinas. La idea era pasar por los pueblos trogloditas, que son cuevas que se han hecho después de años extrayendo piedra para hacer chateaux y otros edificios. La verdad es que no me parecieron tan bonitas las cuevas despues de todo lo leido. Para llegar a Chinon tomamos un atajo por un camino de tierra a la orilla del Río Vienne. Este pueblo tenia una pinta estupenda, pero íbamos un poco fuera de horario y apenas visitamos sus calles. Como las señales desaparecían hicimos una pequeña trampa subiendo por el ascensor que da acceso al castillo. Ya saliendo de Chinon tuvimos un susto porque cruzando en una rotonda un Clio casi nos embiste. Entre colinas se nos hizo muy pesado llegar a Rigny Usse. Y eso que tras una parada estaba el sueño erótico de todo cicloturista: dos ciclistas francesas hermosas, paradas en un trigal en medio de la nada. Pasamos como si fuesen un espejismo porque solo queriamos llegar al camping.
La cuarta etapa comenzó como siempre y aunque faltaban 20 minutos para abrir el precioso Castillo de Usse, no entramos e hicimos camino para almorzar en el puerto fluvial de Brehemont. Mientras nos comiamos los croissants conocimos una pareja de Nueva Zelanda que nos fuimos encontrando durante todo ese día. La siguiente parada fue en el Castillo de Langeais donde el pueblo con un aire medieval le daba un aire de verdadera película. Ya cuando mi hijo me preguntaba “¿pero es que no vamos a visitar ningun castillo?” nos plantamos en el de Villandry. Aprovecho para decir que pese a ser una semana de Julio no hemos encontrado gente a nivel agobio en los castillos, pero eso si los precios varian mucho. Desde los 11 euros del más barato hasta los 28 del mas caro. Hay que decidir cuales se visitan para que no se dispare el presupuesto, y permitir hacer etapas largas. En el Castillo de Villandry lo más bonito son los jardines, la pesadilla de cualquier alérgico. Despues de comer, en un agradable paseo llegamos hasta Tours donde visitamos la bellisima catedral (gratis). Intentamos localizar el casco antiguo pero no hubo forma y es que rodar sin conocer el lugar en una ciudad, cargado y con un adolescente no es buena idea. El camping Les Acacias a las afueras de la ciudad fue nuestro descanso. Casi me pongo a llorar ver el bar lleno de gente cenando a las 21:30.
Este quinto día comenzó como el resto levantandonos a las 8:00 y pedaleando a las 9:30 ya con la compra hecha. El cielo nublado como todos los dias hoy no se iba a abrir y el viento pegó fuerte muchas horas. Por suerte lo teniamos a favor, y así cruzabamos muy fácil entre viñedos enormes. Al almorzar frente una casa, un anciano nos ofreció cervezas y pese a que no aceptamos nos enseño su precioso coche de más de un siglo. Nuestro francés sigue siendo como el de Torrente y pese a que igualmente entendimos, es una pena en todos estos viajes no poder mantener conversaciones más sustanciosas e interesantes. Más adelante llegamos a Amboise lloviendo, y aunque nuestra intención era visitar el castillo, lo cambiamos por una birra y un helado. No me molaba la idea de dejar las bicis con toda la carga en una ciudad, en la calle. En casi todos los castillos hay un parking de bicis, pero a la mano de cualquiera. Lo mejor es atar las bicis y llevarse lo importante. Imagino que no hay robos… pero en Amboise me entró la duda. Además teniamos en el punto de mira uno de los bonitos: el castillo de Chaumont. Esté fue el mas caro (28 euros). Cansados de todo el día con viento, y escupitajos del cielo, llegar al camping la grande Tortue fue un bálsamo, porque tenia de todo, hasta piscina calentita. A un precio imbatible de 17 euros, y es que los camping eran baratitos en el Loira.
En la sexta etapa, vimos haciendo números que se nos acababa muy pronto el viaje. Es por ello que decidimos seguir la variante que se aleja del Río Loira para visitar algunos castillos importantes. Hay que decir que en la zona de Blois esta llena de recorridos circulares para bici, con lo que es fácil perderse porque las señales confunden. Es importante seguir el numerito de la ruta. La mañana salió fria y al mediodia apareció el viento, con lo que las chaquetas nos acompañaron muchas horas. Llegamos a Blois entre preciosos bosques y cuando disfrutabamos de su estupenda panorámica mi hijo sufrió el primer pinchazo. Busqué abrigo por el vendaval y mientras el sol salía arreglé el pinchazo con maestría. Nos separamos del río en busca del Castillo de Cheverny, pero llegando a Chatellet mi hijo cayó en una bajada con gravilla. Tras comer algo y reparar heridas, antes de entrar al castillo nos sorprendió un nuevo pinchazo en la misma rueda porque mas que maestría habia usado afición. Por fin entramos al Castillo de Cheverny, que sirvió de inspiración para las aventuras de un tal Tintin. Tienen montado un tinglado para los fanáticos de este personaje. Tambien nos hizo gracia la perrera con una jauria de perros de caza que parece que sean todos primos. Del castillo en si me quedo con los salones. Si todo va mal puede empeorar, y es que a poco de ponernos en marcha… nuevo pinchazo de la rueda del remolque esta vez. No la tuve que cambiar pues aguantaba, pero ya sin cámaras de repuesto íbamos los dos con el ojete apretado para llegar al camping. Antes pasamos por el castillo de Villesavin, no el más bonito pero si el mas auténtico. No lo visitamos por dentro porque era de forma guiada. En el camping pusimos parches a las cámaras y nuestros amuletos.
El séptimo día el plan era llegar a Orleans. Pese a que el tiempo era frío y nublado no pensaba que nos iba a costar tanto. Antes de llegar al palacio de castillo de Chambord tuvimos que cruzar sus imponentes bosques. Si no quieres entrar se podemos visitarlo gratis por fuera y recorrer en bici sus jardines con canales. En este castillo es donde la piedra blanca que sacan de las riberas del Loira toma formas imposibles. Ya de nuevo en marcha pronto volvimos a reencontramos con el río Loira. Poco a poco el viento y la lluvia fueron tomando fuerza hasta que en cada pueblo buscábamos refugio donde podíamos. En esas, apenas pudimos apreciar un pueblo medieval como Beaugency. En el siguiente pueblo encontramos cobijo en el mercado cubierto y un café súper chic. Llegar a Orleans ya no tuvo historia bonita que contar. Además el camping municipal era el peor que he estado en mi vida.
Todavía quedó un octavo día. Llegar a la estación de Orleans y tomar el tren de vuelta a Nantes. Aún nos faltaba subir por una rampa, para bajar por un ascensor y luego volver a subir otra rampa. Menos mal que el tren Inter Loira era de fantasía. Un vagón solo de bicis donde una exótica morenita te sube y baja las bicis sin desmontar nada, y gratis. De camino a Nantes daba pena volver, pero el tramo Atlántico que nos faltaba, no era muy atractivo. Haber continuado después de Orleans complicaba la vuelta. Un ratito pedaleando y volvimos por el coche. Otro cargándolo todo y ya estábamos de camino a Burdeos donde pasamos la noche de vuelta a casa.
Me gustaría acabar diciendo que este viaje ha terminado los prejuicios que tenía respecto el supuesto desprecio que nos tienen los vecinos franceses. No solo nos han tratado con mucho cariño y atención, sino con una educación exquisita. La ruta de los Castillos del Loira lo tiene todo para cualquier nivel de cicloturismo. Aunque creo que si vas con niños requiere de otro viaje previo. Por los tramos con (pobre) circulación y las (pequeñas) cuestas.
Más información: Bicicletas y Piruletas
Wikiloc: Castillos del rio Loira cicloturismo en familia
Fotografías: Carlos Fadrique